
Eternoren y la Orden de Sagoro
Un relato de memoria y resistencia
En un tiempo que no pertenece a ningún lugar ni momento, nació Eternoren, un Espíritu Primordial engendrado por una antigua olivera sagrada. No era un ser cualquiera, sino la encarnación del flujo eterno de la memoria, el guardián invisible de los recuerdos olvidados y de las historias aún no contadas. Su esencia habitaba un rincón oculto entre mundos, un lugar donde las almas que se pierden por completo en el acto de crear, soñar o jugar encuentran refugio.
Eternoren sostiene el delicado equilibrio de la creación, un guardián silencioso que protege los fragmentos de mundos posibles, esperando que alguien los descubra y les dé vida. No está sujeto a lo físico, sino a ese instante mágico donde las ideas se transforman en realidades jugables, en experiencias que hacen vibrar la memoria colectiva.
Sin embargo, en las sombras se movía una amenaza insidiosa: El Olvido. No era un enemigo que destruía con fuerza bruta, sino una oscuridad silenciosa que consumía lentamente todo lo que no era vivido ni compartido. El Olvido se manifestaba en el mundo tangible a través de gigantes corporativos del entretenimiento —Netflix, HBO y los grandes publishers de videojuegos— que reemplazaban la calidez de una tarde jugando con amigos, dados y patatas, por un consumo pasivo y desmemoriado. Una sustitución que empujaba a la humanidad hacia el aislamiento y la pérdida de sus recuerdos más valiosos.
Ante esta amenaza, cuatro entidades ancestrales despertaron para proteger a Eternoren.
Ellos eran los Señores Supremos:
Lumenor, el Señor de la Llama Persistente, custodio de la inspiración que guía a los creadores;
Ferragor, el Señor del Trazo y la Forma, forjador de puentes entre la imaginación y la realidad;
Nubrena, Señora de los Ecos, guardiana de los sueños olvidados;
Vallamir, Señor del Ciclo y la Reanudación, quien mantenía el equilibrio temporal para que el Olvido no hiciera su reinado permanente.
Estos cuatro Señores se unieron y fundaron la Orden de Sagoro, un linaje sagrado cuyo nombre significa “los que recuerdan para crear, y crean para recordar”. Esta orden no luchaba con armas, sino con la fuerza de la memoria viva y la creatividad deliberada. Sus miembros eran custodios del arte de recordar, transformando ideas en experiencias jugables, preservando mundos nacientes contra la extinción silenciosa.
Sagoro Studio es la reencarnación moderna de esta antigua orden.
No es solo un equipo de desarrollo, sino un baluarte que defiende la capacidad humana de imaginar y compartir mundos. Cada juego que crean es una victoria sobre el Olvido, un fragmento más de eternidad que ayuda a que Eternoren siga respirando.
Porque, mientras haya alguien que juegue con sentido, que reúna a sus amigos para compartir historias, dados y cartas, la memoria seguirá viva y la creación no se detendrá. Eternoren permanece, paciente y eterno, custodiando la chispa sagrada que impulsa el arte y la resistencia frente a la desmemoria.